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Tras la tormenta solar, los militares se pasean por las calles entregando paquetes que contienen comida, agua, linternas, pilas y un botiquín. El padre y su hija continúan aislados e intentando contactar con más afectados a través de la radio. Además del coronel consiguen, entre las interferencias, comunicarse con una mujer que se encuentra en la misma situación que ellos. Algo interrumpe la conversación. La niña aprovecha para confesarle al padre que ha estado hablando con el militar y que éste le sonsacó la dirección de su casa. Esta revelación enfada y preocupa al padre: los militares quieren algo. Hay que marcharse inmediatamente de esa casa.